Escuchar poco en un ambiente de ruido no es normal. Como tampoco lo es el abstenerse de conversaciones o reducir nuestra vida social por la dificultad que tenemos al entender u oír lo que nos dicen. Darse cuenta de que tenemos una pérdida de audición no siempre es sencillo.
A menudo, las personas suelen colocar barreras para aceptar lo evidente. Le pasa a todo aquel que tiene dificultades para ver mientras conduce o ve la televisión, como a aquella persona que no escucha bien.
La pérdida auditiva que aparece progresivamente mientras se envejece es común (presbiacusia). Sin embargo, existen muchas personas jóvenes que tienen pérdidas de audición, sin tener que buscar el origen en la edad.
Entre los síntomas más frecuentes se pueden encontrar:
– Dificultad para comprender palabras
– Problema para oír consonantes
– Necesidad de subir el volumen de la televisión o de la radio
– Pedir, frecuentemente, a los demás que hablen más lento y alto
Para comprender qué deriva en una pérdida auditiva, hay que conocer cómo escucha una persona.
Cada oído consta de tres partes: oído externo, medio e interno. Las ondas sonoras que cada persona percibe pasan, a través al oído externo, al tímpano, donde se producen vibraciones. Estas son amplificadas en el oído medio y “viajan” al oído interno en una estructura con forma de caracol (cóclea).
Este “caracol” cuenta con miles de vellos pequeños (células ciliadas) que ayudan a traducir las vibraciones sonoras en señales eléctricas al cerebro, que las convierte en sonido.
Todo este proceso, en un oído sano, debería cumplirse siempre. Sin necesidad de repetir ninguna palabra o elevar lo voz. El problema llega cuando una persona tiene un desgaste de los vellos de la cóclea y su nivel auditivo comienza a empeorar.
Causas de la pérdida auditiva
– El daño o pérdida de los células ciliadas hace que los tonos agudos más altos puedan amortiguarse en una persona. Es posible que tengan dificultad para reconocer ciertas palabras si hay ruido de fondo.
– La acumulación de cerumen del oído puede bloquear el canal auditivo, evitando así la conducción de las ondas sonoras.
– En el oído externo o medio, la aparición de infecciones, bultos anormales o tumores de huesos pueden causar pérdida de la audición.
– Tímpano perforado. La exposición continua a ruidos fuertes, cambios repentinos de presión o las propias infecciones pueden provocar que el tímpano se rompa y afecte a la audición.
La visita a un centro auditivo ayuda a saber qué nivel de pérdida auditiva tiene el paciente, dónde se origina la misma y cuál es la mejor solución para ayudar a los oídos. Hay que tener en cuenta que la pérdida auditiva tiene un efecto significativo en la calidad de vida. En cuanto al aislamiento, reducción de la vida social, deterioro cognitivo e, incluso, en el peor de los casos, depresión.
Tratar la pérdida de audición puede tener efectos positivos en el desarrollo cognitivo, especialmente en la memoria. Nuestro cerebro, cuando no entiende u oye con claridad, tiende a olvidar aquellas palabras que no logra escuchar. Con el tratamiento correcto, esas palabras o sonidos “olvidados” vuelven a tomar vida y protagonismo en el día a día de las personas con pérdida auditiva.
Una revisión a tiempo puede frenar el avance de la pérdida de audición y hacer que las personas sientan que vuelven a entender, a oír y a vivir.